Bogotá, octubre de 2025. El uso de vapeadores –también llamados cigarrillos electrónicos o dispositivos electrónicos de administración de nicotina– ha cobrado fuerza entre la población joven en Colombia. Lo que muchos consideran una “moda” encierra riesgos serios para la salud que no pueden ignorarse.
Lo que dicen las cifras
- Según el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en población escolar, el 22,7 % de los estudiantes entre 12 y 17 años ha probado cigarrillos electrónicos alguna vez en su vida.
- En universidades, 37,9 % de los estudiantes informó haber usado vapeadores alguna vez.
- En Bogotá, más de 139.000 personas, muchos de ellos adolescentes, utilizan vapeadores, vaporizadores u otros dispositivos similares.
- En Rionegro (Antioquia), uno de cada dos estudiantes de bachillerato ha probado estos dispositivos, cifra que duplica el promedio nacional.
¿Por qué son peligrosos?
- Adicción a la nicotina:
La nicotina presente en muchos vapeadores es altamente adictiva y afecta especialmente a cerebro en desarrollo, como el de los adolescentes. - Sustancias tóxicas:
Estos dispositivos liberan partículas ultrafinas, metales pesados, saborizantes, formaldehído, acetaldehído, acroleína, benzol, tolueno y otros compuestos que pueden afectar pulmones, corazón y aumentar riesgo de cáncer. - Problemas respiratorios y cardiacos:
Uso prolongado puede provocar asma, enfermedades pulmonares crónicas, inflamaciones y daños cardiovasculares. En algunos casos, infartos o síntomas bronquiales son reportados. - Puerta de entrada al tabaquismo tradicional:
Los jóvenes que vapean tienen mayor probabilidad de pasar al uso de cigarrillo convencional tradicional. - Percepción distorsionada de riesgo:
Muchos usan vapeadores bajo la idea de que son menos dañinos que los cigarrillos comunes, atraídos por sabores, aromas, diseños atractivos. Esta subestimación del daño favorece que cada vez más jóvenes lo prueben.
Factores que facilitan su uso
- Sabores frutales, aromas agradables y presentaciones llamativas que disimulan el peligro real.
- Entornos sociales como reuniones con amigos, fiestas o para aliviar estrés o ansiedad.
- Falta de una regulación clara y efectiva que limite la publicidad, la venta a menores y control de los componentes químicos.
¿Qué se puede hacer?
- Fortalecer campañas de educación en colegios y comunidades para que los jóvenes entiendan los riesgos reales.
- Regular la venta y comercialización de vapeadores, especialmente los que tienen nicotina y sabores atractivos.
- Monitorear su uso, especialmente en entornos escolares, para detectar temprano casos de dependencia.
- Apoyar políticas públicas que incluyan advertencias claras, etiquetado correcto y restringir la publicidad dirigida a menores.
El vapeo dejó de ser una curiosidad para convertirse en una amenaza real. En Colombia, prevenir ahora puede significar evitar adicciones, enfermedades crónicas y daños irreversibles en quienes hoy son adolescentes.